Encuentros


Algunos cuentan los encuentros con sus parientes o conocidos ya muertos. Estos encuentros, a veces, se producían en las condiciones terrenales, y a veces en el entorno del otro mundo. Así, por ejemplo, una mujer que pasó la muerte temporal, oyó al médico decir a sus parientes que estaba muriendo. Habiendo salido del cuerpo y elevándose, vio a sus parientes y amigos ya muertos. Los reconoció, y ellos estaban contentos de encontrarla. Otra mujer, vio a sus parientes que la saludaban y le daban la mano. Estaban vestidos de blanco, se alegraban, y parecían felices... "y de repente me dieron la espalda y comenzaron a alejarse; mi abuela me miró, sobre el hombro, y me dijo: te veremos más tarde, no ésta vez.." "Ella murió a los 96 años, y aquí lucía, digamos, como de 40 – 45, sana y feliz" .
Un hombre cuenta que cuando estaba moribundo por un ataque cardíaco, en el hospital, su hermana estaba moribunda al mismo tiempo por diabetes, en otra parte del mismo hospital. "Cuando salí de mi cuerpo, — relata — encontré a mi hermana, y me alegré, ya que la quería mucho. Hablando con ella, quise ir tras ella, pero ella, volviéndose hacia mí, me ordenó que volviera a donde estaba, explicándome que mi tiempo todavía no había llegado. Cuando volví en mí, le conté al médico que había estado con mi hermana, que acababa de morir. Él no me creyó, pero ante mi insistencia envió a una enfermera para que lo verificara, y supo así que mi hermana había muerto, como yo le había contado.
El alma en el otro mundo, si encuentra a alguien, es principalmente a los que le fueron cercanos. Allí, algo familiar atrae las almas una hacia la otra. Así un anciano padre vio en el otro mundo a sus seis hijos muertos. "Ellos allí no tenían edad" — cuenta él. Hay que aclarar que las almas de los muertos no andan errantes a su voluntad, por donde quieren. La Iglesia Ortodoxa enseña que después de la muerte del cuerpo, el Señor indica a cada alma el lugar de su estadía temporal, en el paraíso o en el infierno. Por esto, a los encuentros con las almas de los parientes muertos, no hay que interpretarlos como regla, sino como excepción que es permitida por el Señor para el bien de aquél a quien le toca seguir viviendo todavía en la tierra. Es posible, así mismo, que no se trate de encuentros propiamente dichos, sino de visiones. Hay que reconocer que en este tema hay mucho de inaccesible para nuestro entendimiento.
Básicamente, los relatos de los hombres que llegaron hasta "el otro lado de la cortina," hablan de lo mismo, pero con detalles diferentes. A veces, ellos ven lo que esperaban ver. Los cristianos ven a los Ángeles, a la Madre de Dios, a Jesucristo, a los santos. Los no creyentes ven templos, figuras vestidas de blanco, jóvenes, o a veces no ven nada, pero perciben la "presencia."

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